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Atenas: el legado mítico

Desde lo alto de la colina, la antigua Acrópolis domina la ciudad moderna, cuyos contrastes entre templos ortodoxos, residencias neoclásicas y edificios modernos regocijan al visitante. En esta nota, un recorrido por las calles de sus barrios principales y los vestigios arqueológicos más fascinantes.

En “El Coloso de Marusi”, publicado en 1941, Henry Miller escribió algunos de sus mejores textos sobre experiencias de viajes. Fascinado por los relatos de una amiga, en 1939 abandonó París y se embarcó rumbo a Grecia, donde hizo una primera y prolongada escala en Atenas.
“Es una ciudad de sobrecogedores efectos atmosféricos; no está empotrada en la tierra sino que flota en un constante cambio de luz y su pulso late con ritmo cromático. Atenas y Nueva York son dos urbes cargadas de electricidad, únicas en su tipo. Pero Atenas está impregnada de una realidad azulvioleta que nos envuelve en su caricia.”
Así como a Miller, la cuna de la civilización occidental fascina a quien tiene la posibilidad de recorrerla. El contraste arquitectónico entre los pequeños templos ortodoxos, las residencias neoclásicas y los edificios modernos regocija la vista y el espíritu del caminante. Al igual que los numerosos bares y tabernas, donde los gentiles ciudadanos siguen compartiendo la cultura del “kafeneion”, lo que serían nuestras charlas de café, esenciales para la vida cotidiana del ateniense.
Así pasan horas conversando y debatiendo mientras beben café o una copa de “ouzo”, la bebida nacional, un licor de anís que se sirve solo o acompañado de un vaso de agua.
De modo que, además de albergar un inconmensurable legado histórico, artístico y arqueológico, Atenas continúa arraigada a sus tradiciones.

LA ACROPOLIS.

“Muchas mañanas caminaba hasta la Acrópolis y contemplaba su base. Otras transitaba por la vía Sagrada como lo hacían los hombres antiguamente, dejándome inundar de luz, de esa luz que en este lugar adquiere una cualidad trascendental: no es solamente la luz mediterránea, es algo más, es algo insondable, sagrado, que penetra directamente en el alma, abre las puertas y las ventanas del corazón y nos coloca en un estado de dicha absoluta.”
El relato del escritor es impecable, salvo que en estos tiempos hay que estar concientizados de la enorme cantidad de gente que visita diariamente la Acrópolis, lo que supone hacer largas colas y esperas aun para tomar fotografías.
Las ruinas de la antigua ciudad, emplazadas sobre la colina que domina la urbe actual, datan de 448 a 440 a. de C. Se accede a ellas por la mencionada vía Sagrada y se ingresa a través de los propileos, un gran pórtico de orden dórico.
Allí dentro se alza el Partenón, considerado el edificio más perfecto construido por el hombre. Realizado totalmente en mármol, fue dedicado a la diosa Palas Atenea, posteriormente los turcos lo convirtieron en mezquita y luego en polvorín.
Cuando los venecianos bombardearon Atenas, en el siglo XVI, la Acrópolis sufrió el deterioro hoy visible. Luego Inglaterra desmontó una buena parte (incluyendo las metopas y el friso del Partenón) y se la llevó al Museo Británico.
En tanto, el templo de Atenea Nike aún conserva fragmentos del friso original, cuyos relieves representan batallas entre los persas y los dioses del Olimpo.
Y la otra gran estrella es el Erecteión, construido para el dios Erecteo, con tres fabulosos pórticos. El del lado sur es el más exquisito; allí se aprecia la tribuna de las seis cariátides, columnas con forma de mujeres que sostienen el techo con sus cabezas. Es considerado uno de los templos más bellos del orden jónico.
La visita se completa con los teatros que yacen al pie de la Acrópolis: el Odeón de Herodes Atticus, construido en el siglo II para espectáculos musicales; y el de Dionisio, donde se representaban comedias.

Plaka, un barrio que se emplaza bajo la Acrópolis, es uno de los pocos sectores antiguos de la ciudad. Más allá de la agitación de sus calles turísticas, donde pululan los cafés, tiendas de souvenirs y tabernas, es un placer pasear y perderse entre sus residencias neoclásicas y callejuelas angostas.
Pero hay que apuntarse dos imprescindibles: las calles Adrianou, que separa las partes alta y baja de Plaka, llena de tiendas que permanecen abiertas hasta tarde; y Agias Folitheis, donde se concentran comercios especializados en mobiliario y objetos de culto ortodoxos, tales como candelabros, lámparas y arañas gigantes. Son realmente llamativos; el oro, el cobre y el bronce brillan por doquier. Y Crown Church Supplies es probablemente la tienda más impresionante.
Para ver los objetos in situ, se sugiere una visita a la Mitropoli, la inmensa Catedral Metropolitana que domina desde su altura a Mikri Mitropoli, otra catedral, pequeñísima, de apenas 7,5 m. de largo, construida en el siglo XII con mármoles de templos antiguos.
También vale reservarse un momento para visitar la iglesia Agios Nikolaos, con vestigios de un templo clásico, en cuya avenida central la campana –ofrecida por los habitantes del barrio– conmemora la liberación de Atenas en 1821.
Antes de seguir caminando, nada mejor que un cafecito en la encantadora plaza Philomous Eterias.

MONASTIRAKI Y LA ANTIGUA AGORA.
Junto con Plaka, Monastiraki es el barrio más antiguo de Atenas. Se llama así por la gran cantidad de monasterios ortodoxos que concentra.
Además, esta zona está estrechamente vinculada al comercio. En sus calles pueden encontrarse todo tipo de objetos y artesanías, así como antigüedades. Aunque la oferta se multiplica los domingos, cuando un inmenso mercado ocupa todas las arterias.
En este barrio también se encuentra la antigua ágora, centro político, religioso y comercial que funcionaba como lugar de intercambio. Actualmente se puede pasear entre su arboleda y restos arqueológicos, que van desde la época clásica hasta el siglo XI.
Asimismo, en la plaza Monastiraki se destaca una mezquita construida en 1759. En su bellísimo interior alberga una colección de cerámicas modernas. Y, a un lado del edificio, altas columnas corintias constituyen los vestigios de la antigua biblioteca de Adriano, del año 132.

SYNTAGMA Y EL JARDIN NACIONAL.
En pleno centro de la ciudad, la plaza Syntagma tiene una concurrencia permanente y suele ser testigo de agitadas manifestaciones, dado que enfrente se encuentra el Parlamento. Allí, junto al monumento del Soldado Desconocido, hay que estar atento a los cambios de guardia de los “evzones”, quienes vistiendo una falda corta –cuyos pliegues simbolizan los años bajo la ocupación otomana–, con movimientos lentos y sincronizados hacen chasquear los clavos de sus zapatos rojos con pompones sobre el mármol blanco.
Visto el relevo, el paseo podría continuar por una inmensa zona verde en la que yacen el Jardín Nacional –un oasis en medio de la urbe–, el Zappeion –magnífico edificio neoclásico– y el emplazamiento del Olympieion. Este último se encuentra junto a la Puerta de Adriano, siendo algunas altas columnas los únicos vestigios que quedaron del mayor templo antiguo de Atenas.
Un poco más alejado se encuentra el monumental estadio de gradas de piedra que fuera construido para acoger los primeros Juegos Olímpicos Modernos, organizados en 1896 por iniciativa del barón Pierre de Coubertin. Con capacidad para 70 mil personas, es la réplica del estadio construido por Herodes Atticus en 144 para los Juego Olímpicos Antiguos.

Finalmente, enamorado de esta mítica cultura y sus tiempos legendarios, Miller sentenció:

“En Grecia se tiene la convicción de que el genio, y no la mediocridad, es la norma. Ningún país ha producido tantos genios como Grecia. En un solo siglo, esta minúscula nación le ha dado al mundo cerca de quinientos hombres geniales. El artegriego, que se remonta a cincuenta siglos, es eterno e incomparable. Y el paisaje de este recorrido es el más maravilloso que nos puede ofrecer la Tierra. La imagen de Grecia, por más descolorida que esté, continúa siendo el arquetipo del milagro forjado por el espíritu humano”.

TIPS DEL VIAJERO

Cómo llegar: en avión, a través de diversas aerolíneas. También por crucero desde otras ciudades de Europa, ya que suelen recalar en El Pireo, el puerto de Atenas.

Dónde alojarse: existes diversas opciones, para todos los presupuestos. Clima: cualquier momento es bueno para visitar Atenas. En Grecia hay 300 días de sol al año y el invierno es tan corto que prácticamente pasa inadvertido.

Moneda: euro.

Informes: www.visitgreece.gr.

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