La mayoría de los viajeros llegan hasta Aruba atraídos por las postales de arena blanca y mar turquesa. Podría tratarse de cualquiera de las playas más hermosas del Caribe si no fuera por el inconfundible dividivi, ese árbol de tronco retorcido, curvado bajo la persistencia del viento, que se recorta en su paisaje y se ha convertido en su insignia.
Bon bini na Aruba
La playa donde son más fotografiados los dividivis es Eagle Beach, la más ancha de Aruba y varias veces elegida como la más linda del mundo. Allí abundan los resorts y los deportes náuticos y, junto con Palm Beach, es la playa más turística, elegida por las cadenas hoteleras, bares, restaurantes y centros comerciales.
La propuesta se convierte en perfecta si consideramos que Aruba tiene más de 300 días de sol al año, con una temperatura promedio de 28º C, y se encuentra fuera del cinturón de huracanes.
Si descansar sobre la arena blanca de Aruba es una invitación al relax, la profundidad de su mar turquesa llama a la aventura: Arashi Beach y Baby Beach son perfectas para el esnórquel, mientras que los más experimentados pueden elegir MangelHalto, protegida por arrecifes donde nadan el pez loro, el pargo cola amarilla o el espigas de color azul. Hay también puntos de inmersión más profundos donde se aprecian pulpos, morenas y barracudas.
Quienes deseen visitar playas más tranquilas, pueden elegir entre Rodger’s, al sur, frecuentada por pescadores y lugareños; o Boca Catalina y Cura di Tortuga –al norte–, donde se forman dos piscinas naturales de roca volcánica que protegen de las grandes olas.
La costa oriental, en cambio, tiene un paisaje rocoso donde las olas rompen con gran belleza.
Un paseo imperdible es el que lleva a la isla De Palm, a unos cinco minutos en ferry: esnórquel y paseos en banana, son algunas de las propuestas que se suman al SeaTrek, una caminata submarina con un traje que mantiene la cara y la cabeza secas y suministra aire para poder apreciar los fondos marinos sin dificultad.
ESPÍRITU DE AVENTURA.
“Kaweta” significa ´curioso´ en papiamento y es la palabra perfecta para describir el espíritu aventurero de Aruba. La isla no es definitivamente un lugar para quedarse encerrado en un hotel con todo incluido. Es, más bien, un lugar para ir tierra adentro y conocer el parque Arikok, que ocupa un 20% del territorio insular, con curiosas cuevas, arte rupestre, dunas y formaciones de lava, cuarzo y piedra caliza. Allí se realizan caminatas guiadas en la naturaleza a través de lechos de ríos secos hasta bahías ocultas como Moro, Boca Prins y Dos Playa. La geografía árida, sembrada de cactus y aloes, también puede recorrerse en vehículos 4X4, bicicleta, caballo, cuatriciclo, segway o Harley Davidson. El paseo puede llevar hasta alguna cueva, como Guadirikiri, con dos espacios donde se cuela el sol; o Fontein, en cuyo techo hay pictografías de los indios arawak. Un alto en el camino en California permite apreciar las dunas y conocer el antiguo faro. Otras formaciones rocosas son las de Casibari o Ayo, que fueron morada de los antiguos habitantes. También los restos de las Minas de Oro de Bushiribana (siglo XV) son una visita obligada. Una parada especial merece la piscina natural Cura di Tortuga, alimentada por el mar y formada por piedras volcánicas.
UNA CAPITAL DE COLORES.
Oranjestad, la capital de Aruba, es conocida por las coloridas casas de Wilheminastraat, con la impronta de su colonización holandesa, grandes puertas de madera tallada, bellos azulejos, amplias galerías y techos en pendiente. Perfecta síntesis entre lo antiguo y lo moderno, la capital de Aruba cuenta con espacios dignos de visitar, como el “stadhuis” –ayuntamiento– pintado de un verde intenso, o el fuerte Zoutman, la edificación más antigua de la isla (1798), que la protegió de piratas y enemigos cuando era el puerto intermedio para el comercio entre Curazao y Venezuela. Entre este edificio y la torre Willem III funciona el Museo Histórico, con una exhibición permanente sobre la historia del país.
El paseo por el centro de la ciudad puede completarse con la visita a la casa de la familia Ecury, donde funciona el moderno Museo Arqueológico, que atesora el legado cultural amerindio de la isla. Otros lugares de interés son el Teatro Nacional de Aruba y el Museo Numismático.
Además, la ciudad tiene un bullicioso puerto donde abundan los comercios, el arte, las artesanías locales y una buena muestra de la gastronomía caribeña.
Una original forma de recorrer Oranjestad es en el tranvía que parte desde la terminal de cruceros y circula por la calle principal, deteniéndose en seis puntos de interés turístico.
La capital es especial para darse una vuelta cuando cae el sol: además de recorrer sitios de interés y tiendas se puede disfrutar de sus restaurantes, cafés, bares y casinos.
SABROSA CULTURA.
Influencias africanas, europeas y de diversos países de América Latina se reúnen en esta isla que integra en su singular cultura a 90 nacionalidades.
El viajero puede notar esta influencia en la gastronomía, que vale la pena conocer. Así, y a diferencia de otros destinos del Caribe, Aruba tiene pocos hoteles all-inclusive ya que la idea es que los turistas salgan y conozcan la isla, su historia, su cultura y sus más de 200 restaurantes.
Allí, algunas de las especialidades locales son el gouda glaseado del keshiyena, revuelto de pollo con vegetales cuyo toque final es una cubierta de queso; el estofado a base de carne, pollo o pescado que se sirve con arroz o puré de maíz; o el pastechi, un pan dulce relleno con carne.
Las propuestas gastronómicas incluyen también la cocina europea, asiática, sudamericana, africana y caribeña, con una fusión de sabores para todos los gustos, en la que destacan los picantes con toques de curry o picantes de frutas, usados para marinar carne o pescados.
La cultura se refleja también en la celebración del Carnaval, uno de los festivales más grandes del Caribe: comprende el desfile de Antorchas y presentaciones de comparsas con trajes brillantes que bailan al ritmo del calipso y la soca, para finalizar con la quema de una figura de tamaño real del Rey Momo que marca el fin de la fiesta justo antes del miércoles de Ceniza.
La isla es también sede de varios festivales que atraen a gran cantidad de público, como el Aruba Music Festival, el Caribbean Sea Jazz Festival, el Soul Beach Music Festival y el Electric Festival –con el que la isla se está posicionando como destino de música electrónica en el Caribe–, entre otros.
UNA ISLA PARA EL AMOR
“Mi tas tima bo”, significa ‘te amo’ en papiamento, la lengua nativa de Aruba. Es que la Isla Feliz es, sin dudas, un escenario absolutamente romántico para bodas, lunas de miel y cualquier otro viaje romántico. Quienes deseen casarse podrán encontrar aquí los mejores wedding planners del Caribe y celebrar la ceremonia en la playa, en pintorescas iglesias o en originales paisajes naturales. En este sentido, Aruba organiza la iniciativa “He Said Yes”, que invita a las mujeres de Latinoamérica a proponer matrimonio a sus novios en esos escenarios participando de un concurso en la red que, en su última edición, convocó a más de 12 mil mujeres.
TIPS PARA EL VIAJERO
- Como llegar: Copa Airlines, Avianca, American Airlines y Delta llegan a la isla con escalas en diversas ciudades. Oranjestad dispone de una importante terminal de cruceros.
- Idioma: los idiomas oficiales son el holandés y el papiamento. También se hablan el inglés y el español.
- Moneda: florín arubeño. El dólar y las tarjetas de crédito son ampliamente aceptados.
- Electricidad: 110 voltios (60Htz).
- Informes: www.aruba.com/es
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